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Las
intenciones de por si eran malas. Algún deseo interno reprimido, o algún
instinto natural, se manifestaron, y no pude encadenarlo más.
Mi mente
era ágil, mi condición física era promedio a mejor, mi capacidad para generar
estratagemas excelente, nada podía salir mal. Lo pensé solo un momento, como
para esclarecer detalles. Y casi sin dudar, me lancé a ello.
En un
principio solo iban a ser algunas personas, el número rondaba entre cinco y
siete. Sin embargo, quería algo estruendoso, algo que llamara la atención del
mismo dios o demonio si existiesen.
Mas allá de
la globalidad que alcanzara al poco tiempo, habían cartas puntuales, haces los
cuales traté de salvaguardar, que yo creí eran mas aptos para la tarea que se
encomendaba, siempre desde mi posición de monitor. Sin embargo para que todo
saliera de acuerdo al plan, las reglas debían seguirse al pie de la letra.
Recuerdo
aquel día, yo estaba tiritando de nervios, una tecla me dividía del caos
posterior sin saberlo.
Aquella
noche, más o menos a las ocho y media, hora argentina, cada ser del mundo
estaba recibiendo un e-mail que se esparcía más rápido que la exponencial de
una comunidad de bacterias y se diseminaba por todo el mundo. Esto fue un
lunes, exactamente el martes a las diez, para el noticiero de la noche, ese
mail habría alcanzado escala global, y estaba siendo transmitido por la misma
emisora.
El mensaje
era claro. Alcanzar la gloria.
En dicho
texto se detallaban metas, objetivos, reglas y ‘’castigos’’ ante la disertación
de alguna ley.
No pensé
que algo tan terrible pudiera ocurrir, sin embargo, ya no había manera de
detenerse.
Para ir al
grano, se trataba de un juego simple, la supervivencia, volver al instinto
animal, y luchar por ser el último en pie. Habría puesto como sustento de todo
esto, lo mas convencional que se utiliza para convencer a la gente, un mensaje
de Dios. Todas las personas debían asesinarse entre ellas para encontrar al
humano perfecto y este en cuestión, seria el último y el primero de la
siguiente generación. Alcanzar el lugar de Dios en un mundo tan dividido y
gobernado como particionado y almacenado.
Las reglas,
las siguientes, estaban prohibidas las asociaciones de cualquier tipo, a partir
del momento de inicio, cada persona seria única e independiente del resto de la
comunidad, las personas que decidieran tener una muerte digna tendrían un
tiempo de una semana antes que iniciara el juego para poder hacerlo, tales como
gente discapacitada, o gente que simplemente no prefería la gloria o no se sentía
capacitada.
Así como
tampoco serian validas aquellas personas que hayan matado por la espalda, era
un juego principalmente de lealtad y valores.
Como ya
dije, las intenciones de por si eran desde algún punto de vista ‘’alocadas’’.
Los
castigos eran pura y exclusivamente acción de la gracia divina, al ser un
mensaje de Dios, este no dejaría su divina gloria a nadie que haya roto alguna
regla, ya que debía ser un humano puro. Nadie quería arriesgarse a perder la
posición máxima solo por ser cobarde.
Jamás dije
que fui yo.
La
transmisión terminó, un silencio perturbo a todo el mundo.
Volviendo a
los hechos, cada persona del mundo conocía de las reglas del juego, mas un
horroroso clima que sucedió toda la
Semana de Preparación, ayudó demasiado a que la gente creyera
toda esta pelorata divina. Sin embargo no se habló por ningún medio de el tema,
ni en las casas, ni en los lugares públicos, la gente parecía no saber acerca
de dicho juego.
Sin
embargo, exactamente el martes siguiente, el 19 de noviembre, a las diez de la
noche puntualmente ocurrió lo peor.
Me
encontraba en mi cama algo impaciente, porque según las reglas, el juego estaba
a punto de comenzar. Fueron los 60 segundos más largos de mi vida, en los que
rogaba que la gente haya olvidado esa idea entupida que tuve. Se escucharon dos
disparos y gritos, pocos segundos después, mientras bajaba las escaleras no
paraban de escucharse gritos y explosiones, tiros, de todo tipo de ruidos.
Corrí lo
mas rápido que pude a la cocina y tome un cuchillo bien afilado, tome mis
cosas, las cuales habría organizado con anticipación, ya que si bien era poco
probable, era una posibilidad de que podía pasar.
Salí por la
puerta trasera y observe el panorama, sin que nadie me viera. ¡La gente se
estaba matando entre si!
No podía
creer lo que había provocado, pero más increíble aun, el instinto asesino del
humano, que atravesaría cualquier muro por conseguir la máxima virtud, la máxima
forma de poder.
Huí de
varios locos que quisieron atraparme, dije que tenia buena condición, sabia
correr, y también defenderme, a pesar de lo trágico, siempre espere tener que
prepararme para una situación así, y no me avergonzaba de ello. Era un juego de
masacre y pura humanidad. Naturaleza, simple y despiadada por doquier.
Cansado de
ver el engaño humano, la falta de lealtad, todas las reglas habrían sido rotas,
todo ser estaba cegado de anhelo de poder, me aleje lo mas que pude, conocía
muchos lugares, alejados, cada detalle estaba planeado de por si, sabia como
sobrevivir, como alimentarme, como llegar a donde quisiera. Después de todo, la
tierra era mi hogar, y debía sentirme seguro en ella.
Hasta ahora
solamente era el Apocalipsis de la propia humanidad, por la propia humanidad, y
acá puntualmente es cuando la cosa se empieza a poner rara.
Era de
noche y no se veía con claridad, las pocas personas que todavía vivían, permanecían
ocultas, prolongando el juego cada vez mas, no sabia hace cuanto estaba
caminando, sabia que eran cerca de las once, de algún día de algún mes, no tan
lejano, en concreto el juego habrá durado mas que unos pares de meses.
Un jugador
me habría sorprendido por la espalda y clavado un pica hielo en el muslo, grite
y caí al suelo por la impresión, sin embargo, algo sucedió, note que no sentía
dolor, y que en cambio la persona que estaba en frente mío estaba sangrando
exactamente en el mismo lugar en donde me habría apuñalado. Aquellos castigos
impartidos por la mano de Dios, se habrían vuelto reales. Entonces, es que
todos esos ‘’ruidos’’ que yo provoque, habrían despertado a la gran deidad de
todo, todas las reglas habrían sido reales todo el tiempo, mi contrincante no
tardó en desangrarse, y yo ví, con mis ojos desvanecerse la ultima chispa de
vida además de la mía en la tierra. Lo entendí todo cuando por un momento pensé
en mi camino durante el viaje, me habría mantenido huyendo, viendo la masacre,
viendo la miserable existencia humana, los sentimientos más oscuros y viles jamás
pensados, la degeneración, la lujuria, la ira. Las reglas no especificaban
matar, las reglas especificaban sobrevivir.
Y yo me
encontraba ahí,… vivo, al final y al principio de todo, yo había creado las
reglas.
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