miércoles, 20 de noviembre de 2013

Guía para gobernar.

Hola! Como están?, hoy les traigo un cuento que acabo de escribir, producto de muchas pesadillas y pensamientos inconclusos y por sobre todo, mi gran anhelo de ser omnipresente. Se los dejo, se llama Guía para gobernar y es algo fuerte, si te animas, leélo. Gracias :) y hasta la próxima.

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Las intenciones de por si eran malas. Algún deseo interno reprimido, o algún instinto natural, se manifestaron, y no pude encadenarlo más.
Mi mente era ágil, mi condición física era promedio a mejor, mi capacidad para generar estratagemas excelente, nada podía salir mal. Lo pensé solo un momento, como para esclarecer detalles. Y casi sin dudar, me lancé a ello.
En un principio solo iban a ser algunas personas, el número rondaba entre cinco y siete. Sin embargo, quería algo estruendoso, algo que llamara la atención del mismo dios o demonio si existiesen.
Mas allá de la globalidad que alcanzara al poco tiempo, habían cartas puntuales, haces los cuales traté de salvaguardar, que yo creí eran mas aptos para la tarea que se encomendaba, siempre desde mi posición de monitor. Sin embargo para que todo saliera de acuerdo al plan, las reglas debían seguirse al pie de la letra.
Recuerdo aquel día, yo estaba tiritando de nervios, una tecla me dividía del caos posterior sin saberlo.
Aquella noche, más o menos a las ocho y media, hora argentina, cada ser del mundo estaba recibiendo un e-mail que se esparcía más rápido que la exponencial de una comunidad de bacterias y se diseminaba por todo el mundo. Esto fue un lunes, exactamente el martes a las diez, para el noticiero de la noche, ese mail habría alcanzado escala global, y estaba siendo transmitido por la misma emisora.

El mensaje era claro. Alcanzar la gloria.

En dicho texto se detallaban metas, objetivos, reglas y ‘’castigos’’ ante la disertación de alguna ley.

No pensé que algo tan terrible pudiera ocurrir, sin embargo, ya no había manera de detenerse.

Para ir al grano, se trataba de un juego simple, la supervivencia, volver al instinto animal, y luchar por ser el último en pie. Habría puesto como sustento de todo esto, lo mas convencional que se utiliza para convencer a la gente, un mensaje de Dios. Todas las personas debían asesinarse entre ellas para encontrar al humano perfecto y este en cuestión, seria el último y el primero de la siguiente generación. Alcanzar el lugar de Dios en un mundo tan dividido y gobernado como particionado y almacenado.

Las reglas, las siguientes, estaban prohibidas las asociaciones de cualquier tipo, a partir del momento de inicio, cada persona seria única e independiente del resto de la comunidad, las personas que decidieran tener una muerte digna tendrían un tiempo de una semana antes que iniciara el juego para poder hacerlo, tales como gente discapacitada, o gente que simplemente no prefería la gloria o no se sentía capacitada.
Así como tampoco serian validas aquellas personas que hayan matado por la espalda, era un juego principalmente de lealtad y valores.
Como ya dije, las intenciones de por si eran desde algún punto de vista ‘’alocadas’’.

Los castigos eran pura y exclusivamente acción de la gracia divina, al ser un mensaje de Dios, este no dejaría su divina gloria a nadie que haya roto alguna regla, ya que debía ser un humano puro. Nadie quería arriesgarse a perder la posición máxima solo por ser cobarde.

Jamás dije que fui yo.
La transmisión terminó, un silencio perturbo a todo el mundo.
Volviendo a los hechos, cada persona del mundo conocía de las reglas del juego, mas un horroroso clima que sucedió toda la Semana de Preparación, ayudó demasiado a que la gente creyera toda esta pelorata divina. Sin embargo no se habló por ningún medio de el tema, ni en las casas, ni en los lugares públicos, la gente parecía no saber acerca de dicho juego.
Sin embargo, exactamente el martes siguiente, el 19 de noviembre, a las diez de la noche puntualmente ocurrió lo peor.
Me encontraba en mi cama algo impaciente, porque según las reglas, el juego estaba a punto de comenzar. Fueron los 60 segundos más largos de mi vida, en los que rogaba que la gente haya olvidado esa idea entupida que tuve. Se escucharon dos disparos y gritos, pocos segundos después, mientras bajaba las escaleras no paraban de escucharse gritos y explosiones, tiros, de todo tipo de ruidos.
Corrí lo mas rápido que pude a la cocina y tome un cuchillo bien afilado, tome mis cosas, las cuales habría organizado con anticipación, ya que si bien era poco probable, era una posibilidad de que podía pasar.
Salí por la puerta trasera y observe el panorama, sin que nadie me viera. ¡La gente se estaba matando entre si!
No podía creer lo que había provocado, pero más increíble aun, el instinto asesino del humano, que atravesaría cualquier muro por conseguir la máxima virtud, la máxima forma de poder.
Huí de varios locos que quisieron atraparme, dije que tenia buena condición, sabia correr, y también defenderme, a pesar de lo trágico, siempre espere tener que prepararme para una situación así, y no me avergonzaba de ello. Era un juego de masacre y pura humanidad. Naturaleza, simple y despiadada por doquier.

Cansado de ver el engaño humano, la falta de lealtad, todas las reglas habrían sido rotas, todo ser estaba cegado de anhelo de poder, me aleje lo mas que pude, conocía muchos lugares, alejados, cada detalle estaba planeado de por si, sabia como sobrevivir, como alimentarme, como llegar a donde quisiera. Después de todo, la tierra era mi hogar, y debía sentirme seguro en ella.

Hasta ahora solamente era el Apocalipsis de la propia humanidad, por la propia humanidad, y acá puntualmente es cuando la cosa se empieza a poner rara.
Era de noche y no se veía con claridad, las pocas personas que todavía vivían, permanecían ocultas, prolongando el juego cada vez mas, no sabia hace cuanto estaba caminando, sabia que eran cerca de las once, de algún día de algún mes, no tan lejano, en concreto el juego habrá durado mas que unos pares de meses.
Un jugador me habría sorprendido por la espalda y clavado un pica hielo en el muslo, grite y caí al suelo por la impresión, sin embargo, algo sucedió, note que no sentía dolor, y que en cambio la persona que estaba en frente mío estaba sangrando exactamente en el mismo lugar en donde me habría apuñalado. Aquellos castigos impartidos por la mano de Dios, se habrían vuelto reales. Entonces, es que todos esos ‘’ruidos’’ que yo provoque, habrían despertado a la gran deidad de todo, todas las reglas habrían sido reales todo el tiempo, mi contrincante no tardó en desangrarse, y yo ví, con mis ojos desvanecerse la ultima chispa de vida además de la mía en la tierra. Lo entendí todo cuando por un momento pensé en mi camino durante el viaje, me habría mantenido huyendo, viendo la masacre, viendo la miserable existencia humana, los sentimientos más oscuros y viles jamás pensados, la degeneración, la lujuria, la ira. Las reglas no especificaban matar, las reglas especificaban sobrevivir.

Y yo me encontraba ahí,… vivo, al final y al principio de todo, yo había creado las reglas.

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